Correspondencia


De la carpeta "Correspondencia nunca enviada", sin fecha:

Tengo, si me dejás, un último consejo (muy útil por cierto) enredado en las manos, goteando un líquido levemente aromático que como ves ha dejado un senderito de gotas que delata mi camino y que, seguramente, me guiará de vuelta una vez haya terminado con esto, que es un deber y no placer, acarrear este consejo que es el último y el más necesario, el que te mantenga con vida y te obligue a sacudir las cortinas cuando se llenen de bichos, los bichos que salen de los árboles y se meten por todas partes cada vez que vuelve el calor invadiendo igualmente cajones y fosas nasales, bolsillos y mochilas, los que se te meten de noche y casi en silencio por los oídos y roen despacio el tímpano de quien, despreocupado, duerme a pierna suelta entre sábanos hormigueantes de bichitos que anhelan justamente éso, roer y roer, entonces cuando el desprevenido se despierta ya no es capaz de escuchar otra cosa que el cras cras de los bichitos que ahora (tan tarde) se han vuelto carne en su carne y no hay nada que se pueda hacer, le digas lo que le digas - y este es mi consejo - si los bichos se le han metido no hay nada que hacer, vos alejáte y hacé de cuenta que esa persona no existe más, aunque gesticule y grite intentando explicarte que no te oye, que ya no escucha otra cosa que un violento cras cras y patitas que empujan hacia adentro, vos ignorálo y seguí como si nada, vos seguí nomás.

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